Un grupo que se convierte en leyenda cuando el público corea en todos y cada uno de sus conciertos más del noventa por ciento del repertorio, y eso ocurre con Camela, la pareja que ha convertido cada canción en algo más que un himno.

Ángeles y Dioni siguen siendo los del “Escúchame, compréndelo…” (“Sueños inalcanzables”) o el “No me hace caso…” (“Lágrimas de amor”) porque en Camela no cuentan los títulos, importan las historias. Si sumamos “Nunca debí enamorarme”, “Cuando zarpa el amor”, “El calor de mi cuerpo”, “Bella Lucía”, “Has cambiado mi vida” “Ya se acabó el tener dueño” y otro buen puñado de títulos, habremos completado la banda sonora de todo un país. 

Camela no son solo garantía de éxito. Su nombre es sinónimo de compromiso y respeto a los millones de incondicionales que los acompañan desde hace 31 años y, por encima de todo, de entrega máxima a la profesión para la que han nacido. Son mucho más que un acontecimiento social y cultural, Camela son y serán Patrimonio de la Humanidad.